Los Pumas acarrean sus propios dilemas internos. Luego de la decepcionante performance en el Mundial de Japón quedó en evidencia que la relación jugadores-entrenador estaba resentida y el propio Mario Ledesma reconoció en una entrevista con ESPN que en este lapso estuvo poniendo énfasis en la faz psicológica. Ledesma encaró una transformación que tiene el Mundial de Francia 2023 como fin último, y para ello apostó por un buen número de jugadores jóvenes sin experiencia internacional, algunos incluso con nulo o mínimo recorrido en Jaguares.

s el comienzo, también, del regreso a la vieja normalidad de los Pumas, con sus figuras desperdigadas por el mundo, exacerbado esta vez por el aislamiento al que se sometieron los «europeos». Finalmente, cabe consignar las bajas, algunas de peso como las de Tomás Lavanini, Matías Moroni, Joaquín Díaza Bonilla y Agustín Creevy, otras menos relevantes pero igualmente costosas como Joel Sclavi, Enrique Pieretto y Lucas Bur.

En Sydney, la delegación argentina cuenta con 45 jugadores. No todos verán acción en el Personal Tri-Nations. Mantener la motivación y la cohesión grupal, después de cuatro meses de convivencia, no deja de ser un desafío más para todo el grupo.

El escollo más grande que deberá sortear el seleccionado, en definitiva, no deja de ser el poderío de los rivales con los que se encontrará. Nueva Zelanda es la máxima potencia a nivel mundial. Indiscutible al margen de la coyuntura. Lo plasmaron en la apertura del certamen en Sydney. Cuando juegan así, son invencibles. Y Australia, con la gran ventaja de la condición de local, demostró sus credenciales ganando el sábado en Brisbane; en los cuatro partidos de la Bledisloe terminó con el auspicios balance de un triunfo, un empate y dos derrotas.