Extracto de una interesante nota publicada en el sitio Analítica Sports.
“Comenzamos con la Confederación en 2010. Hoy tenemos 60 mil jugadores, un buen número para Brasil. Tengamos en cuenta que la Argentina, donde el rugby es un deporte destacado, pasó de 40 mil a 100 mil jugadores luego del tercer puesto en el Mundial de 2007. Tenemos 20 clubes que están conectados con las escuelas para que podamos enseñar el rugby desde chicos. No queremos ser masivos. Queremos consolidar a los clubes que ya casi tienen 10 años y capacitar bien a los entrenadores”, comenta Danza, que fue jugador de tercera división de Los Cedros, en las afueras de Buenos Aires y que tiene un MBA cursado en Columbia.
La organización del rugby en Brasil obedece a los mismos conceptos que Agustín Danza manejaba en sus tiempos de consultor. “Al final del día se trata de establecer estrategias. Hice consultoría para 15 industrias y me ocupaba de eso. Buscamos un management de largo plazo y procuramos establecer una conversación profesional con las empresas. Cuando eso se da, del lado de las marcas observan como todo lo que se les propone es profesional y entonces la mitad del camino ya está hecho”, dice Danza.
El armado de la Confederación Brasileña de Rugby obedeció a los lineamientos de una empresa: nadie debía permanecer en su puesto más de ocho años, debía haber transparencias en los números y el financiamiento de los programas tenía que venir del sector privado. “Los escándalos por corrupción afectaron al deporte, incluso con el presidente del Comité Olímpico preso. El 95 por ciento del dinero que llegaba al deporte brasileño era público y nosotros tenemos que el 90 por ciento de nuestros fondos son privados. Esa fue nuestra premisa. La corrupción puede arruinar en cuestión de segundos la reputación de las personas y las organizaciones”, cuenta Danza.
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