Nadie como Héctor «Pochola» Silva para contar lo que fue la primera experiencia mundialista de Los Pumas. Ocurrió en Nueva Zelanda, en 1987, en el rimer certamen ecuménico de rugby.

La voz del ex capitán sirve para graficar lo difícil que fue para Argentina competir e insertarse en el mundo ovalado de elite.

Un gran texto publicado en el sitio www.diariopublicable.com da cuenta de la primera incursión Puma en un Mundial.

El texto completo

Al mismo tiempo que el nivel del rugby argentino crecía notablemente, Los Pumas obtuvieron una seguidilla de buenos resultados, entre los que se destacan la primera victoria ante Francia y un meritorio empate ante los All Blacks, ambos en 1985 en el estadio de Ferro Carril Oeste.

Previo al mundial, Argentina no tuvo el roce internacional necesario para llegar de la mejor forma y, en lugar de eso, se optó por una extensa preparación física que despertó muchas polémicas y dio comienzo a las diferencias entre el cuerpo técnico y los jugadores. Algunos integrantes del plantel señalaban que entrenarse mucho era sinónimo de profesionalismo, mientras que otros insistían en que para formar parte de la Selección había que practicar todos los días.

“El plan implementado fue algo riguroso, no se usaba en esos tiempos. Estábamos bien preparados físicamente pero muy mal con respecto a lo rugbístico. Era principio de temporada y, antes del mundial, sólo habíamos jugado tres partidos de entrenamiento”, comentó Diego Cuesta Silva, ex centro de Los Pumas.

Después de bastante suspenso y malestar por algunas ausencias, los entrenadores Héctor Silva y Ángel Guastella dieron la lista de jugadores que viajarían rumbo a Nueva Zelanda. Fernando Morel, Serafín Dengra, Hugo Torres, Luis Molina, Diego Cash, Julio Clement, Eliseo Branca, Gustavo Milano, Roberto Cobelo, Sergio Carossio, Jorge Allen, José Mostany, Alejandro Schiavio, Gabriel Travaglini, Fabio Gómez, Martín Yangüela, Hugo Porta, Julián Manuele, Diego Cuesta Silva, Fabián Turnes, Rafael Madero, Juan Lanza, Pedro Lanza, Marcelo Campo, Guillermo Angaut y Sebastián Salvat fueron los 26 Pumas que quedarían en la historia por ser los primeros mundialistas en la historia del rugby argentino.

Pero el 24 de mayo, cuando sonó el pitazo final del árbitro escocés Jim Fleming en el Rugby Park Stadium situado en la ciudad de Hamilton, la inesperada derrota en el debut frente a Fiji por 28 a 9 les dio un duro golpe: “Salimos a jugar el encuentro completamente confiados”, admitió Cuesta Silva, quien también recordó cómo el equipo había subestimado por completo a su rival: “Me acuerdo de que estábamos en el último entrenamiento y arriba de todo había aparentemente un señor fijiano o de las islas del sur del Pacífico y creímos que era un enviado para ver la práctica. Los entrenadores nos dieron la orden de hacer todo mal y todo al revés de lo que teníamos que hacer. Resultó que cuando terminó el entrenamiento el señor se acercó y era el que vendía los panchos en la cancha, eso demostró lo que los subestimamos y terminamos desaprovechando el tiempo que teníamos para organizar lo que el equipo iba a hacer, cómo íbamos a cubrir la cancha tanto en ataque como en defensa”.

Pochola Silva, uno de los entrenadores, notó que en los primeros minutos ya se vislumbraba que el partido se perdía debido a los numerosos “errores infantiles” que se estaban cometiendo y admitió:El golpe de la derrota frente a Fiji fue tan frustrante que nunca me sentí tan mal dentro de una cancha de rugby. Alineándose a los dichos del entrenador, cuya relación con el plantel fue catalogada como “un desastre”, Cuesta Silva sentenció: Ese partido fue un mazazo en el medio de la frente, fue la gota que rebalsó el vaso. Sumado a que no teníamos una buena relación entre jugadores, técnicos y dirigentes, no hubo respuestas por parte de los entrenadores acerca de mirar un poco para adentro y ver qué cosas se habían hecho mal para poder mejorar”, y lamentándose agregó: “No hubo análisis previo de los equipos contrarios porque en ese momento eso no se hacía y además tuvimos un exceso de confianza en nosotros mismos.

Ya era tiempo de cambiar la página y recuperarse lo más rápido posible para pensar en el próximo rival que también integraba el grupo C junto a Nueva Zelanda: Italia.

Cuatro días después de aquel olvidable encuentro, Los Pumas consiguieron una victoria por 25 a 16 frente a los europeos en el Lancaster Park Stadium, situado en la ciudad de Christchurch. Si bien el triunfo les devolvía las esperanzas, Hugo Porta, ex capitán argentino, se sinceró y reconoció: Perdimos el rumbo y jugamos muy mal al punto tal que los italianos casi nos ganan con un jugadón que nos hizo el wing, Marcello Cuttitta, que se llevó puesto a medio equipo”. Cuesta Silva también fue crítico con la actuación del equipo: “Se ganó jugando un desastre porque Italia en ese momento no tenía nada, tendríamos que haberlo ganado mucho más fácil”.

Si bien este buen resultado los acomodaba en el grupo, los argentinos debían conseguir el boleto a la segunda ronda en el último partido de la zona frente a Nueva Zelanda, seleccionado local y principal candidato al título.

Con cuatro tries frente a los All Blacks, sin importar si no ganaban, Los Pumas pasarían a la siguiente instancia. Pero ese 1º de junio el único try anotado por Juan Lanza en el Wellington Athletic Park Stadium sirvió sólo para el recuerdo y Argentina se despidió del primer mundial de rugby de la historia. “A pesar de tanta amargura por la eliminación yo recuerdo ese encuentro de buena manera porque el equipo realizó su mejor actuación, tuve la suerte de jugar bien y le hicimos un try a los que luego fueron campeones del mundo”, recordó Porta, quien luego se lamentó: Fue una gran tristeza no poder jugar otro mundial, en mi caso yo sabía que era el único y que no iba a poder disputar otra competencia como esta por mi edad, hay chicos que tuvieron otra oportunidad”.

Quien ahora es miembro del Salón de la Fama del rugby hizo una autocrítica de lo que fue la actuación del seleccionado en el torneo: El equipo no jugó el nivel de rugby que tendría que haber jugado, mostramos un juego por debajo de las expectativas y yo como capitán debía asumir la responsabilidad de ese fracaso”. Su compañero Cuesta Silva también fue crítico con la selección de aquel entonces: En nuestra cabeza teníamos claro que clasificábamos caminando y que después ojalá nos tocara Escocia o un equipo más liviano de Europa. Nuestro error fue pensar en el quinto escalón sin haber subido el primero”.

Las diferencias humanas fueron diezmando a un plantel que no se logró unir en pos de lograr el objetivo y pasó de la ilusión a la frustración. Si bien para muchos de los protagonistas este torneo significó una mancha que jamás va a poder borrarse, también ayudó al crecimiento que se necesitaba para empezar a cambiar las cosas de cara al futuro. Más allá del resultado, esos hombres marcaron el camino a las generaciones venideras y tuvieron el honor de comenzar a desandar el camino de la Argentina en el torneo más importante del rugby mundial.

Foto: diario El Día de La Plata