Los “minicapitanes”
Según mi experiencia, el capitán de las divisiones infantiles debe ser elegido por sus entrenadores “a modo de premio personal”, tomando en cuenta los “valores guía” del club, que los chicos reflejen en entrenamientos y partidos.
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Considerando que estas divisiones tienen un carácter formativo, es menester que la capitanía se alterne cada semana y sea ejercida siempre por diferentes jugadores, como incentivo y con fines motivacionales, para desarrollar el compromiso de nuestros jugadores desde su etapa de iniciación.
Es fundamental que, al elegir los capitanes (ya que serán varios, tomando en cuenta que lógicamente, en las divisiones infantiles, hay una permanente rotación por cantidad de jugadores, porque intervienen en menor cantidad en el juego mismo y, como consecuencia, se presentan en general varios equipos), se explique a los grupos en su totalidad las razones de cada una de estas elecciones, para que vayan incorporando los valores guía del club mencionados.
El capitán del futuro
Continuando con la lógica anterior, relacionada con el crecimiento y el desarrollo de la capacidad de análisis y autocrítica de nuestros jugadores, es que sugerimos que, a partir de las divisiones juveniles, el capitán ya sea elegido por todos los integrantes del plantel o de cada plantel; previamente, se puede orientarlos en la elección, mencionando e intentando hacerlos tomar conciencia de la importancia de los valores guía del club a los que ya nos referimos.
Más allá de que puedan elegir el capitán adecuado o no según nuestras preferencias, lo que debemos buscar en estas etapas de desarrollo juvenil es solo orientarlos en los valores guía mencionados, y que desarrollen la capacidad de análisis en torno a esos valores. Que consideremos que pudieron equivocarse o no en la elección es secundario. De hecho, la equivocación es importante en estas etapas de desarrollo y forma parte del aprendizaje.
Por otro lado, veremos más adelante (cuando explique la importancia del uso del sociograma) cómo es que esta posible equivocación en la elección quedará al margen y se verá limitada por “el grupo de liderazgo”, que auxiliará como equipo de trabajo al capitán en sus funciones. Es importante trabajar sobre la elección del “capitán del futuro”, así también como previamente en la del “minicapitán”, para que, cuando nuestros jugadores lleguen al plantel superior, estén habituados al trabajo en equipo, guiados por los valores del club, y no cometan errores en las futuras elecciones como adultos.
El gran capitán
Partiendo de la base de que el club cuenta con un estatuto de elección de capitán (al menos, para el plantel superior), ya armado y actualizado según las características de este, y habiéndose realizado la elección del capitán pertinente, sugerimos implementar la “técnica del sociograma” como herramienta para poder conformar un “grupo de liderazgo” que trabaje a la par del capitán, a modo de equipo de trabajo, y lo acompañe y auxilie en sus funciones; él podrá respaldarse en este grupo para atenuar la carga emocional que resulta de las responsabilidades de su rol.
El sociograma (que debe implementarse en la pretemporada) puede estar compuesto, en este caso, por diferentes consignas escritas (pueden ser de carácter anónimo, a elección) que se les da a los jugadores del plantel. Estas consignas están en relación con el liderazgo y la composición grupal.
Nombramos, a modo de ejemplo, algunas tales como:
– Elijan un capitán y un subcapitán alternativo, en el caso de que los actuales no puedan ejercer su función por lesión, viaje o cualquier circunstancia.
– A su vez, elijan dos más que puedan suplantar a estos últimos, ante la misma eventualidad.
– Escriban el nombre de los dos jugadores con los que más se identifican.
– ¿Qué dos jugadores son, a tu juicio, indispensables en la cancha?
– ¿A qué dos jugadores recurrirías para que te ayudaran si tuvieses algún problema de índole personal?
– Escribe el nombre de dos jugadores con los que compartirías un día o una noche de ocio o salida.
– Escribe el nombre de dos jugadores con quienes compartirías una habitación.
Esta última también es útil para las concentraciones de seleccionados o giras de club, pero para implementar lo contrario a lo que escriben y predisponer así a la integración grupal.
Será cuestión, luego, de entrecruzar los datos obtenidos de estos escritos individuales, para obtener así los resultados que reflejarán cuáles jugadores son los famosos referentes para las generalidades del equipo, que constituirán el “grupo de liderazgo” que acompañara al capitán en sus tareas, con roles y funciones bien especificadas (serán los más nombrados, en general, por todas estas características mencionadas). Otro beneficio de esta herramienta, que a su vez resultará por descarte, es el de conocer con cuáles jugadores en especial habrá que trabajar para intentar integrarlos aun más al grupo”.
Recomendamos utilizar esta herramienta, que hace a la elección del grupo de liderazgo, en las categorías juveniles y plantel superior, y los seleccionados de cualquier unión. Reiteramos la importancia fundamental que tiene el hecho de que el capitán no sea impuesto por el entrenador y que, por el contrario, sea el resultado de una votación democrática, consensuada a través de un estatuto pertinente a cada institución (club y/o unión).
En ocasiones, solemos observar que entrenadores de planteles adultos incurren en el error de ser ellos los que eligen al capitán, y no reparan demasiado en la importancia del equipo de trabajo/grupo de liderazgo que debe rodearlo. Más allá de que la elección impuesta (el contenido, pero no la forma que la determina) haya sido o no la correcta (en cuanto a la capacidad de liderar del elegido), ante cualquier eventualidad (por ejemplo, lesión del capitán que hace que no pueda jugar, ya sea por un partido o más), vuelven a insistir en esta metodología; pero esta vez realizan la elección como “premio” a los méritos deportivos del reemplazante (utilizando un método de elección que corresponde a una etapa de desarrollo de las categorías infantiles), y no por las necesidades del equipo/grupo, sin reparar en que, en realidad, el capitán debería ser el jugador que cuente con la mayor capacidad de liderazgo de su plantel.
Hablamos ya de las probables consecuencias que pueden tener estas formas de elección/imposición. A su vez, sugerimos que cada elección de capitán (e implementación posterior del sociograma) sea realizada anualmente y en pretemporada (o en postemporada), ya que los grupos van presentando transformaciones lógicas de su dinámica interna, que están en relación con su conformación (madurez de sus jugadores, cuestiones personales que hacen al mayor o menor compromiso, retiros, jugadores nuevos, nuevas y lógicas expectativas, y metas como resultado del comienzo de un nuevo año).
Por otro lado, más allá de que el capitán elegido y los integrantes del grupo de liderazgo sean los mismos que el año anterior o no, son importantes la revalidación y la confirmación hechas por parte del equipo/grupo, si tan solo tomamos en cuenta factores de índole motivacional. Con respecto al grupo de liderazgo, una vez efectuado el sociograma, deberíamos realizar una presentación del resultado a los jugadores (haciendo la salvedad de que, obviamente, ese resultado es la consecuencia de lo que ellos dijeron), y trabajar con ellos sobre cuál será la estructura de roles y funciones de allí en adelante.
A modo de sugerencia, cada grupo de liderazgo/equipo de trabajo podrá estar conformado por cuatro a seis miembros jugadores de cada división (exceptuando capitán y subcapitán), si tomamos como referencia un plantel aproximado de 30/40 jugadores. Resumiré, a modo de conclusión, los beneficios del sociograma a fin de conformar un grupo de liderazgo para la conformación del grupo de liderazgo/equipo de trabajo:
– El capitán podrá contar con un grupo de liderazgo elegido por todos y, por lo tanto, avalado y representativo, que le será útil como equipo de trabajo (equivalente al del entrenador con su staff).
– Podrá delegar en ellos determinadas funciones que hacen a lo grupal y lo deportivo (por ejemplo: implementar un sistema de padrinazgo, en el que cada miembro de su equipo se ocupe, a su vez, de mantener la motivación y el compromiso de cuatro o cinco jugadores predeterminados, haciéndoles una especie de seguimiento, preguntándoles con frecuencia cómo están en lo personal y en función del grupo, qué piensan con respecto a lo cotidiano del grupo/equipo, entre varias otras cosas).
– El capitán podrá interrelacionar, junto con el subcapitán y el grupo de liderazgo, como un verdadero equipo de trabajo, todas las cuestiones que estén vinculadas al mejor funcionamiento del grupo/equipo, para lograr tener una visión menos limitada y más abarcativa del grupo/equipo en su totalidad (cuatro ojos ven más que dos), más allá de que sea el líder el que finalmente tome determinadas decisiones y sea el nexo con el staff).
– El capitán disminuirá la carga emocional, respaldándose en, compartiendo responsabilidades con y sintiéndose contenido por su grupo de liderazgo, cuestión que hará a optimizar su rol y preservar su rendimiento deportivo.
– Terminaremos con la discusión de quiénes son o no referentes, dejando librada esa referencia a la elección y la subjetividad de cada jugador, que podrá seguir identificándose secundariamente y/o refiriéndose a quien quiera y cuando quiera, según sus preferencias personales.
– Desarrollaremos jugadores con capacidad de liderazgo a futuro, fomentaremos el trabajo en equipo y la integración grupal.
– Tendremos un abanico de probables capitanes alternativos ante cualquier eventualidad.
– Los jugadores aprenderán a elegir y a consensuar, y saber que son responsables de las consecuencias de dicha elección, más allá de que hayan sido, según nuestras consideraciones, las mejores o no.
Acostumbro utilizar el sociograma como una herramienta habitual en las diferentes divisiones de los clubes en los que trabajo para, a partir de allí, enfocarme en la capacitación de los miembros del grupo de liderazgo/equipo de trabajo en herramientas de comunicación y estrategias de manejo grupales.
(*) Fernando F. Saccone es Licenciado en Psicología por la Universidad de Belgrano (1991). En 1993 comenzó a trabajar en el Centro de Deportes de Alto Riesgo del Hospital Ramos Mejía, con boxeadores, automovilistas y otros deportistas. Luego trabajó en la Fuerza Aérea con pilotos aviadores.
En 1996 disertó en el Congreso Internacional de Ciencias Aplicadas al Rugby organizado por la UAR y la Fundación Rugby Amistad.
Diseñó el programa de entrenamiento mental para el sistema de Alto Rendimiento de la UAR y desarrolló el área psicológica de todos los Pladares.
Es uno de los fundadores de la Asociación de Psicología Aplicada al Rugby (APAR).
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