Como cualquier deportista, Nicolás Ferreyra ha tenido altibajos. Un crack con condiciones distintas al resto, con una visión de la cancha superior a los demás, «Fefé» no arrancó en su mejor forma atlética esta temporada. Con unos kilos demás, debió hacer un esfuerzo extra para ponerse a tono y volver a ser titular.
Sus 31 años tienen muchas cosas a favor si se los mide desde la experiencia, un atributo que, si se lo sabe capitalizar, cotiza en bolsa. Tal vez no esté en su esplendor físico, pero su «magia» está intacta. Algo más lento, es cierto, pero mucho más sabio para hacer jugar a su equipo. «Corto», «largo», «cruce». Ferreyra ordena y, si la acción es bien ejecutada, seguramente prosperará.
Es que el «10» tiene la cancha en la cabeza. En extrema defensa, es capaz de despachar un derechazo de 60 metros que le de oxígeno a su equipo. Y en ataque, desequilibrar a la defensa rival metiéndose en la defensa y jugando a las espaldas.
Su estilo no es explosivo. Al contrario, se muestra algo cansino, pero ahí reside su secreto. Cuando su marcador intuye que apertura va a demorarse en soltar la pelota, ¡pum!, Ferreyra inventa algo que descoloca a todos y pone a su equipo en juego.
«Quiero tratar de disfrutar lo que más pueda. Ahora juega mucho más la experiencia. Como en todo aspecto de la vida. Uno no sabe si mañana a va aestar. Hay que aprovechar cada momento», dice «Fefé».
Como todos en Villa María, el apertura se anima. «Hay que ver. Vamos partido a partido, pero en la Zona Campeonato puede pasar cualquier cosa».
El «10» sueña. Y, con el juego de Jockey pasando por sus manos, cómo no hacerlo.